Descripción de la asociación



La Asociación IMPULSO CIUDADANO se suma, como movimiento cívico, al servicio para la vigilancia de los derechos de los ciudadanos, la racionalización de las administraciones públicas y la regeneración de la vida política.

"La Cataluña virtual es omnipresente. La misión de Impulso Ciudadano debe consistir en hacer aflorar la Cataluña real".


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jueves, 27 de mayo de 2010

PIDIENDO LAS CUENTAS

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En su encomiable labor parlamentaria, José Domingo, desde el Grupo Parlamentario Mixto, ha planteado la siguiente solicitud en el Parlamento de Cataluña:




AL PRESIDENTE DEL PARLAMENTO

José Domingo Domingo, portavoz adjunto del Grupo Parlamentario Mixto, de acuerdo con lo previsto por el artículo 5.2 del Reglamento de la Cámara, SOLICITA:

Que le sean facilitados los expedientes de todas las subvenciones otorgadas durante el 2009 por los diferentes Departamentos a las entidades:

1. Acció Cultural del País Valencià;

2. Fundació Eliseu Climent;

3. Fundació Francesc Eiximenis;

4. Fundació Joan Baptista Basset;

5. Institució Económica Empresarial Ignasi Vilallonga;

6. Assemblea de Regidors nacionalistas del País Valencià;

7. Col-lectiu l’Esbarzer;

8. Obra Cultural Balear

especificando en cada caso, el importe, la razón de la subvención y el Departamento otorgante de la subvención.

Dichos expedientes deberán incluir, al menos, y en cumplimiento de las respectivas bases reguladoras de la concesión de dichas subvenciones:

a. El Plan de acción explicativo donde se detallen las actividades que integran el proyecto por el cual se solicitó la subvención, indicando el calendario y el contenido de las acciones a desarrollar.

b. El presupuesto general de la entidad y presupuesto completo y detallado del proyecto donde figuren los importes de las diversas partidas del gasto, con indicación de la ayuda solicitada, así como la relación de otras subvenciones solicitadas para otros proyectos de la entidad de cualquier otro departamento de la Generalitat, de otras administraciones y/o ayudas de financiación privada.

c. Una memoria explicativa de las actuaciones llevadas a cabo, que permita relacionar
esta actividad con los justificantes económicos, sellados por la entidad y firmados por su representante legal y conforme al proyecto presentado en el momento de la solicitud.

d. Una cuenta justificativa con una relación clasificada de los gastos y de los
ingresos derivados de la actividad, con indicación de la posible modificación respecto al coste presupuestado.

e. Los justificantes económicos del gasto efectuado, que tienen que consistir en
los originales de las facturas, correspondientes al importe de la subvención concedida.

f. Una muestra de los elementos informativos, divulgadores y publicitarios relacionados con las actividades subvencionadas.

Palau del Parlament, 27 de mayo de 2010

José Domingo Domingo

sábado, 22 de mayo de 2010

REGALOS, REGALOS, REGALOS...

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La palabra regalo despierta en mí resonancias de ilusión y alegría.

Como tantas otras palabras me remontan a una infancia feliz y evocan prácticas alegres en las que el regalo era la expresión no sólo del cariño entre quienes lo practicaban sino, para los pequeños, el símbolo de la sorpresa, de la ilusión, de lo maravilloso.

Era “conditio si ne que non” que el regalo fuese de escaso valor pues bajo la órbita de lo enseñado, se apreciaba de mal gusto un valor ostentoso. También era preciso que significara el afecto entre personas próximas, pues carecería de sentido regalar algo si no mediara el cariño, el parentesco o la proximidad. Finalmente, era preciso que mediara ocasión festiva que justificara su práctica.

Por eso recuerdo con cariño aquella muñeca de trapo, aquella caja de acuarelas, aquellas chinelas de raso o aquel saltador de colores, todos ellos regalos maravillosos de mi época infantil.

Cuando me hice mayor, también yo participé en aquella bonita costumbre del regalo. Me parecía una maravillosa costumbre cultural a la que me entregaba complacida siguiendo escrupulosamente las reglas no escritas que le daban cobertura.

Así me apresuré a hacer “mis pinitos” ofreciendo a quienes amaba en momentos señalados el testimonio de mi afecto. Un dibujo trabajado, un estuche conteniendo una baraja de cartas, un broche de fantasía, una petaca para el tabaco o licor, un bonito bolígrafo nacarado o un precioso costurero de raso brillante formaron parte de mis manifestaciones de afecto.

Con los años descubrí que el “regalo” pervierte su significado y puede esconder en su dulce nombre el compromiso arrancado, la atadura moral, el trueque de favores, el soborno o el cohecho. En definitiva, la desvergüenza de quien compra y vende favores amparándose en un puesto de poder que le de tal influencia. Y la aceptación de todo ello por quien lo acepta.

Hoy, unos trajes ofrecidos gratuitamente a quien puede comprarlos y pagarlos, y aceptados por éste, se quiere presentar a nuestros ojos como un regalo. Aparte de la escasa sutileza del presente, se me escapa dónde media el afecto y cuál era la ocasión que lo merecía. Debe haberlo, sin duda, y es, probablemente, mi actual y ya natural descreído, lo que entorpece la lógica creencia de que entre sastre y cliente mediaba tan sincero afecto Menos claro parece que se trate de un presente discreto, casi irrelevante, sutileza necesaria para no violentar el orgullo y la dignidad del obsequiado quien, por otra parte, no pareció reparar en la ofensa y aceptó, por el contrario, el curioso presente sin hacerse las preguntas que pudieran considerarse lógicas, mucho más tratándose de un cargo público. Y del todo opaco resulta saber con ocasión de qué acontecimiento se decidió obsequiar con tal regalo.

Por si no acabamos de entender este tipo de presente, sólo debemos echar una ojeada a nuestro entorno político y todo nos parecerá seguramente más claro.

No hace mucho, en el Parlament se habló de regalos y se reprochó a la oposición “tener un problema llamado 3%”. Todos entendimos que se estaba aludiendo a un regalo poco honroso, probablemente porque no mediaba cariño sino interés entre el “regalador” y el “regalado”, porque no era apenas simbólico el valor del mismo y porque tampoco mediaba ocasión personal bastante del receptor que justificara el regalo. Pero ya se sabe que las cosas no debieron ser como pensé, y seguramente como también pensaron Vds., pues tras el sonrojo inicial medió un acuerdo tácito de olvidar el asunto y no hablar nunca más de él, expresión, sin duda, de la irrelevancia de lo allí apuntado. Y dada su escasa relevancia, nada más hemos sabido.

Parece ser que es costumbre entre nuestros cargos públicos aceptar regalos aunque no provengan de su ámbito de relación personal más próximo, aunque sean también de valor excesivo y aunque no medie ocasión personal de festividad que lo justifique. Así que algunos o muchos de nuestros cargos públicos se han hecho con regalos como cámaras de fotos, abrigos de visón para compañeras frioleras, viajes a paraísos turísticos con acompañante y todos los gastos pagados, relojes de oro de marcas carísimas o plumas de oro (el oro es algo que atrae a nuestros políticos como a los buscadores de Eldorado, y si no, recuerden Vds. aquellas cadenitas, relojes, pulseras y medallas de oro que constituían los livianos regalos navideños que un antiguo Ministro del Interior repartía con cargo a los fondos públicos a esposas y parejas de los hombres de su Departamento. Y es que, ya se sabe, el espíritu navideño despierta la generosidad).

Salvo algunas honrosas excepciones individuales y colectivas que han rechazado manifiestamente el desproporcionado presente o que lo han agradecido educadamente para incluirlo a continuación en un Registro Público de Obsequios Recibidos de la Institución a que pertenezca el obsequiado, lo más común, vergonzosamente común, es que algunos de estos hombres públicos, para vergüenza de los demás y escándalo de todos, se embolsen lo regalado y correspondan mediante favores políticos dimanantes del cargo que ocupan a sus rendidos obsequiadores. ¡Puro tráfico de influencias¡ ¡Puro “compadreo” de quien no tiene la menor noción de la honradez que debe significar servir a la comunidad en la cosa pública!

Pero para que veamos que esta moderna costumbre de regalarse no por afecto sino por interés, no pequeños obsequios sino ostentosos presentes, no porque medie justificación sino porque se pretende contraprestación, afecta en igual medida a los grandes partidos políticos, vamos a detenernos en algún otro caso que afecta a ese colectivo que en sus siglas usurpa y traiciona la palabra “socialista” y cuya clara entrega al nacionalismo desarmó las convicciones universalistas y solidarias de quienes en ellos creyeron alguna vez. Me acude a la memoria el recuerdo de un “regalo” parecido a este de los trajes ya citado o a este otro del “3%” también mencionado.

Hace unos años, un industrial dedicado a la construcción obsequió a alcaldes, concejales de urbanismo y otras personalidades de los estamentos institucionales locales de algunas poblaciones del Baix Llobregat con un número de lotería. Como era de esperar, ninguno de ellos pensó que si el constructor no fuera constructor y ellos no fueran alcaldes, concejales de urbanismo o personas de influencia política relacionadas con el ámbito en cuestión, no mediaría tal regalo, y con ese descaro propio de muchos miembros de nuestra clase política guardaron el número en su cartera. En la personal.

El azar favoreció al número y de buenas a primeras todos los obsequiados (algunos de ellos futuros ministros) se vieron afortunados con unos cuantos milloncejos. De golpe, casi todos eran ricos. El poder político local del Baix Llobregat estalló de alegría.

Tras la sorpresa inicial, la cosa despertó el debate local y mientras algunos de los ciudadanos administrados sugirieron la entrega de la cantidad al Ayuntamiento del que formaren parte para que éste lo destinara a fines sociales, otros quedaron a la expectativa de cómo arreglaban nuestros políticos locales el poco airoso “affaire”.

La culpa, compartida, parecía menos culpa y así escudándose unos y otros en que “fulanito, también” pudimos llegar a conocer la laxa moral social de aquellos políticos y lo fácilmente que esconden en el bolsillo privado cualquier obsequio que recibieran por su condición pública, grande o pequeño. Así salieron todos los nombres y entre todos compartieron la vergüenza.

Y con lo que cuesta que nuestros políticos se pongan de acuerdo en cualquier circunstancia, todos nos vimos sorprendidos con el rapidísimo acuerdo a que habían llegado: “la aceptación del décimo fue, simplemente, un gesto de cortesía navideña que no entrañaba contraprestación alguna; el dinero les había tocado a ellos y por lo tanto iba a ir directo a su cuenta corriente”. Alguna conciencia avergonzada buscó consuelo haciendo una donación menguada difundiendo el gesto y escondiendo la cuantía en la oscura discreción de la privacidad.

Concejales, alcaldes, futuros ministros y otras autoridades de un Partido que llevaba entre sus siglas lo de “socialista”, se apañaron para reconocer su derecho al décimo y a su magros resultados y, casi enseguida pusieron el acento en otras cuestiones que distrajeran la atención de tan bochornoso proceder colectivo y general, pues el asunto inquietaba y como en el caso del “3%” lo mejor era callar. Y callaron. Y del asunto, como del otro asunto del tres por ciento, nunca más se supo. ¡Señor, Señor, no para de llegar a mi mente el título de una película de gráfica expresión “Toma el dinero y corre”. Y eso hicieron; alguno de ellos, si no arrepentido sí abochornado, aun enrojece temiendo que del asunto quede un ligero recuerdo.

Y se quedaron con sus millones.

Años después todos nos escandalizamos cuando una Caixa de Ahorros que hoy ejecuta sin contemplaciones las hipotecas de quienes, extraviados en la situación presente, se rinden a lo inevitable al carecer de medios para pagar, condonó una exorbitante cantidad a un partido político en el poder. Este fue un ejemplo puro del afecto entre partes, de la generosa actitud con que las entidades financieras miman a sus clientes, sin tener en cuenta para el caso, ni remotamente, valores económicos que determinan la vida de quienes carecemos de medios para ser tan generoso y de la, sin duda, privada pero cierta justificación de tan rumboso regalo. Y de cómo las almas grandes aceptan los regalos grandes, sin tener la malicia que nos asalta a otros de pensar ¿qué quiere a cambio? Y es que almas verdaderamente generosas, cada vez hay menos y por ello reconforta encontrar ejemplos como este.

En otros casos, algún hombre público prefiere hacerse los regalos él mismo con el dinero de todos. Es más práctico porque, ¿quién puede conocer mejor que uno mismo qué es lo que se desea recibir como regalo? Y tiene la ventaja de que no hay que corresponder. Ya saben, yo me lo guiso y yo me lo como, y los auditores en la inopia o fingiendo estar allí. Esta vía rápida ha sido la empleada por algún hombre público dejado de la mano de Dios para gestionar a su antojo los fondos del Palau. Pero, no nos alarmemos, que nadie reclama al respecto y que nadie considera que distraer de lo público lo que conviene a nuestro privado bolsillo no es algo escandaloso ni reprobable, y así mañana podemos tomar café en cualquier bar de Barcelona junto al honroso representante de tal actitud, esa que a Vd. y a mí nos dejaría avergonzados de protagonizarla y atónitos de contemplar cómo se sustancia en nuestros ámbitos políticos y jurídicos de carácter oficial..

No me atrevo yo a esperar de sastres, constructores, entidades financieras u organismos de control de cuentas distraídos que se acuerden de nuestras necesidades, esas que casi no podemos acometer, y que decidan “regalarnos” su importe. Será quizá porque carecemos de la modernidad de algunos de nuestros hombres públicos y ni Vd. ni yo, personas antiguas, tenemos costumbre de aceptar más que un modesto presente de aquellos que nos estiman cuando llega nuestro cumpleaños.

10 de Mayo de 2010 María José Peña,

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lunes, 17 de mayo de 2010

ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS, ESTADO SIN CONTROL

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Según entendemos muchísimos ciudadanos, la actual situación política y de crisis institucional se debe al fracaso del sistema autonómico, algo que ningún político profesional reconoce en público, en privado sólo los decentes.

En este sistema hay dos partes, no sería justo cargar sólo contra las autonomías o sus gobiernos, ya que integran este sistema –no nos equivoquemos– dos partes: por un lado está el estado central, el gobierno de la nación, y por otro lado, las comunidades autónomas y sus gobiernos regionales...

En algunos gobiernos autonómicos, se han cometido verdaderas tropelías, coacciones y chantajes al gobierno central, dependiendo del momento en que se encontraba el gobierno de la nación, y de la coyuntura política, leyes a aprobar en las Cortes, presupuestos del Estado y demás cambalaches (y todo ello debido al sistema electoral español).

Las autonomías tienen demasiado poder y excesivas competencias, tanto que queda la impresión de que somos 17 países diferentes, con normas distintas en comercio, en educación, en sanidad, en policía, en defensores del pueblo –¿cuántos pueblos hay en España (según la Constitución, uno)?–, incluso en caza. Sólo les falta fraccionar la Justicia que es el tuétano del Estado de Derecho, pero también lo conseguirán los nacionalistas mediante sus estatutos.

La designación de los miembros del Tribunal Constitucional, el Fiscal General del Estado, los Magistrados del Consejo General del Poder Judicial, se produce por los partidos mayoritarios. Sin embargo, el nombramiento de cargos judiciales no puede estar ligado a decisiones políticas, ello va contra la independencia del poder judicial. Por lo tanto, modifiquemos la Constitución hacia una verdadera división de poderes, que ayude a solventar la crisis institucional.

También los nombramientos gubernamentales en del Ministerio Fiscal son graves y va contra la independencia, ya que en su ejercicio a veces –parecen solo parecen– seguir instrucciones del gobierno de turno. El poder ejecutivo al controlar a los fiscales, desnaturaliza la función del Ministerio Fiscal cuando, por el principio acusatorio, estos deberían actuar con el mismo rigor contra un ciudadano de a pie o contra miembros de la clase política del gobierno o de la oposición. Como letrado en ejercicio, a veces me admiro de la velocidad de la justicia en determinados asuntos mientras que en otros se eterniza.

El Estado autonómico y sus estructuras crean una inmensa burocracia, duplicando y triplicando funcionarios, solapando competencias y complicándole la vida al ciudadano de a pie, que sólo pide trabajo y libertad.

Por descontado, el gasto necesario para hacer rodar toda esa burocracia inmensa e interminable, esta dejando al ESTADO en insolvencia, en tiempos de vacas flacas, en situación de déficits galopantes y de muy difícil equilibrio. Esto es un desastre que será pagado por las futuras generaciones de ciudadanos.

Falta coordinación, y lealtad entre el gobierno central y los autonómicos, evitemos solapamiento de competencias y la creación de órganos inútiles y superfluos, sólo para llenar el ego de algún presidente autonómico, embajaditas, servicios nacionales de esto y de lo otro. Y cuántos más inútiles...

Necesita la nación un PACTO DE ESTADO AUTONÓMICO en el que se discutan lealmente competencias cedidas, valoraciones, funcionarios duplicados o necesarios, números y servicios prestados, qué competencias deben ser estatales, que se hace con los funcionarios que sobren y, si es el caso, que las autonomías todas o algunas de ellas, una vez estudiado el tema en profundidad, devuelvan competencias al estado central –si es preciso–.

Pero la clave de todo esto no la tienen las autonomías sólo, también en grado sumo el responsable es el ESTADO o el gobierno de turno, que se dejado llevar por los cantos de sirena de los poderes autonómicos y, como no es correctamente político para sus aliados –antes fue el PP y ahora el PSOE–, ha renunciado de hecho a competencias que tenían asignadas incluso por la Constitución, un sólo ejemplo: la Alta Inspección de la Enseñanza. No ha hecho nada frente a los poderes autonómicos en la educación, no ha vigilado y rectificado los contenidos educacionales.

No denunciemos sólo a las autonomías, hagámoslo con el gobierno central y su gobierno de turno, que no ha querido –o sabido o atrevido a– organizar la defensa del Estado, conduciéndonos a todos a una situación ingobernable e insoportable, en quiebra o concurso –económicamente hablando–, tragando con la deslealtad de las instituciones que ellos mismos según la CONSTITUCION ESPAÑOLA deben dirigir:

Articulo nº 97 “El gobierno dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado. Ejerce la función ejecutiva y la potestad reglamentaria de acuerdo con la Constitución y las leyes”.

Hace falta que el gobierno asuma en sus competencias la coordinación, la dirección y tutela económica y política de la nación o de lo que queda de ella. Pues, si no es así, el futuro de las nuevas generaciones está apuntando a la desesperación y al fracaso. Recordamos: en España hay más paro juvenil que en el resto de Europa.

Ese futuro gobierno de España se ha de posicionar ya desde los programas políticos de los partidos que se ha dado en llamar ‘nacionales’, los nacionalistas ya sabemos que van en dirección contraria se dedican a desmantelar el Estado, es su único y declarado objetivo, y eso ya no le extraña a nadie.

Señores asesores de los partidos esto que expongo –en mi modesta opinión– es lo que quiere la mayoría del pueblo español y de su ciudadanía, incorpórenlo, anúncienlo, defiéndanlo, e intégrenlo en su filosofía política para las próximas elecciones.

Esta otra crisis, que no se parece a la del 98, nos conduce a la cola de las naciones modernas y productivas que ya han salido de la famosa crisis. (Me cuenta un amigo francés, abogado, que en su país, las constructoras de barcos y de aviones, no dan abasto en su producción, que los jóvenes tienen empleo, y yo pienso: ¡qué envidia de un país que trabaja y produce, comparado con el nuestro, discutiendo y discutiendo cosas etéreas y entelequias, mientras los de nuestro entorno –ya no les hablo de Alemania– trabajan y producen!).

Los valores democráticos y la lealtad democrática también nos pueden ayudar a salir de la crisis económica. Por eso, es más importante sanear e higienizar la democracia que ganar unas elecciones. Porque, siguiendo por este mismo camino, nos deslizamos inexorablemente hacia la decadencia: la pobreza económica y una crisis moral y de valores sin paliativos… ... ... ... ... ... QUÉ PAÍS.

Antonio Pavón

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jueves, 13 de mayo de 2010

SARCASMOS SINDICALES

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La expectación es máxima por conocer el resultado final de la reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña. En las comunidades de vecinos, en las fábricas y en los bares, este tema ha desplazado al problema del desempleo y de la crisis económica. De hecho, las familias con todos sus miembros en paro (casi un millón trescientas mil de los cuatro millones seiscientos mil desempleados) han dejado de preocuparse por el problema del empleo y valoran las distintas posibles reacciones a llevar a cabo en caso de que el Tribunal Constitucional declare -tiemblan con sólo pensar en esa posibilidad- que Cataluña es todavía una nacionalidad y no una nación.

La preocupación ha alcanzado tal magnitud que en la última concentración del primero de mayo de Barcelona tanto Alvarez (UGT) como Gallego (CC.OO), han decidido expulsar del campo de juego institucional al Tribunal Constitucional al concluir que este órgano no tiene legitimidad para amputar el Estatuto. Es más, el líder asturiano de la UGT catalana, enardecido por el clamor de los manifestantes, ha proclamado solemne: “El Estatuto representa la lengua, la nación y la simbología, pero también es financiación, infraestructuras, políticas sociales y sanidad”.

Realmente, en el contexto actual sólo desde la demagogia y la obcecación se puede llegar a sustentar que las políticas sociales y la sanidad puedan estar en peligro por un fallo adverso del Tribunal Constitucional. El papel de los máximos dirigentes de los sindicatos es de pleitesía completa a la política nacionalista, aún cuando ello suponga ir en contra de los intereses sociales de los trabajadores a los que dicen defender. Ahí van unos ejemplos. Durante estas últimas semanas, UGT y CC.OO. se han mostrado entusiasmados por la creación de la Agencia Catalana de la Inspección de Trabajo que conllevará en la práctica la ruptura de la unidad de actuación de los inspectores de Trabajo con la consiguiente pérdida de eficacia de las políticas preventivas y de control de la siniestralidad laboral. También han aplaudido vincular el acceso de los trabajadores extranjeros a los permisos de residencia, de trabajo y a la nacionalidad española a la superación de cursos de catalán (sólo de este idioma) de 135 horas, más 20 horas de conocimiento de la sociedad y la realidad cultural catalana y 10 horas de derechos laborales; estos requisitos no se exigen en ninguna otra Comunidad Autónoma y harán que para los inmigrantes sea más difícil tener estos papeles en Cataluña que en otras partes de España. Por cierto, este mismo tipo de medidas son las que históricamente ha defendido la derecha más reaccionaria en Europa. En esta misma línea, en sus comparecencias en el Parlamento catalán, las organizaciones sindicales han hecho gala de que la preservación de la “lengua y de la nación catalana” es su máxima prioridad y no la protección de los trabajadores, y han avalado la nueva redacción del Código de Consumo de Cataluña que desarrolla la disponibilidad lingüística prevista en el Estatuto, por la que se obliga a atender a los usuarios y consumidores de manera inmediata de forma oral y por escrito en la lengua que éstos exijan. Es más, les ha dejado insensibles el hecho de que esta obligación podría conllevar que trabajadores que no conozcan bien el catalán o el castellano pierdan su puesto de trabajo por despido objetivo por ineptitud sobrevenida.

Visto lo visto, el lema de la manifestación del uno de mayo: “Por el empleo de calidad y la protección social” sólo se puede entender como un triste sarcasmo sindical.

José Domingo

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domingo, 9 de mayo de 2010

PUNCHING BOX

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Se han dicho barbaridades, memeces y hasta zafiedades sobre este Tribunal Constitucional, algunas de esas extemporáneas voces lo han hecho usando sin malicia la libertad de expresión que a todos nos asiste y, otras, con intencionada mala baba y utilizando razonamientos notoriamente mendaces. Entre los rebuznos interesados en presionar y/o desprestigiar al tribunal cuando parecía que venían mal dadas, los más estridentes son los que lo tildan de ilegítimo porque se han recusado miembros, porque no se ha sustituido al integrante fallecido, porque algunos tienen expirado su plazo de permanencia, porque se ha rechazado por cinco veces el fallo propuesto, porque se ha refrendado por el pueblo catalán o, simplemente, porque está politizado.

La recusación es un recurso contemplado en las leyes de cualquier estado que se pretenda democrático, no merece la pena -ni es esta la ocasión- explayarse en argumentos que sustenten la idoneidad de la recusación (por obviedad manifiesta), es, por tanto, un acto totalmente legal y democrático hacer uso de él sin que pueda extrañar al más pueril de los ciudadanos (si es aceptada una recusación será, digo yo, porque una mayoría del tribunal que juzga así lo decide). Sobre la reposición de bajas en el TC ¿qué culpa tendrá dicho tribunal de que no se haya sustituido al finado Roberto García-Calvo, si son los políticos los encargados de hacerlo? De igual manera es la clase política la que tiene la obligación de ponerse de acuerdo para cambiar a los magistrados que han cumplido el plazo de su mandato; si el acuerdo político no ha sido posible, estos magistrados deben alargar su permanencia, hasta que la ocasión llegue, según marca la ley ¿acaso no está contemplada, de igual manera, la prórroga de los Presupuestos Generales del Estado cuando, por el motivo que sea, no se han podido aprobar los siguientes en el Parlamento? Por otra parte, cuando se ha rechazado varias veces la propuesta de sentencia, cabe expresar, como mínimo, que existen dudas justificadas sobre la constitucionalidad del texto, aunque algunos pontifiquen sobre ello sin el menor atisbo de vacilación. Hay que decirle también a los que hablan de que el Estatut es una ley refrendada por el pueblo que, en realidad, el pueblo no ha valorado su constitucionalidad sino que lo que ha hecho es avalar un texto propuesto por los políticos y que puede ser constitucional, o no. ¿Puede el pueblo catalán aprobar por sí solo y a propuesta de la clase política catalana un texto que afecte a otras comunidades autónomas sin que los ciudadanos de éstas puedan opinar sobre ello? Alguien tendrá que interpretar la Constitución, aunque sea a posteriori y, para que esto no vuelva a suceder, sería conveniente refrendar estatutos que hayan pasado previamente el filtro del TC. Por último, difícilmente un tribunal puede ser independiente cuando sus miembros son elegidos por cuota partidista pero, en todo caso, es revelador que se exprese la politización del tribunal cuando se cree que la sentencia será adversa y no mientras se piensa lo contrario.

Estas son algunas de las cuestiones suscitadas en cuanto al lío del TC y del Estatut, sin embargo, no llegan a agotarse ni de lejos, cada día aparecen nuevas apreciaciones sobre el tema, como el titular de portada de El Periódico de Cataluña del día 28/04/2010 “A por todas: Montilla y Mas lideran la respuesta catalana al desafío del Constitucional”, que abre una nueva vía de vituperio a añadir a las ya existentes. ¿Se puede tildar de ‘desafío’ que el TC ejerza la función que tiene encomendada constitucionalmente, sin que al que tal cosa asevera se le caiga la cara de vergüenza? Sin que los mamporreros tuerzan el gesto, el Tribunal Constitucional está siendo utilizado como punching box por éstos con la intención de desviar la atención y ocultar las responsabilidades que les atañen exclusivamente a ellos y al PSOE de Zapatero.

28/4/2010 A. Sánchez Ponce

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domingo, 2 de mayo de 2010

ESENCIAS NACIONALISTAS EN EL INTERIOR DE UNA CEBOLLA

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Uno es que se pierde con esto de los nacionalismos y las identidades que de ellos se desprenden. Hace unos días, concretamente el último 23 abril, el nunca suficientemente ponderado –ni tuneado- presidente del Parlamento Catalán, Ernest Benach, por medio del inefable Periódico de Cataluña, nos soltó la siguiente prenda: "El espectáculo del TC pone en evidencia que la libertad política sigue prisionera de una España unitaria que se niega a aceptar la voluntad democrática de los catalanes de aumentar nuestro autogobierno. Incluso pretende negarnos ser lo que somos". Y uno, que es uno, ante la imposibilidad de ser otro u otros, se pregunta: ¿Será malo que España sea unitaria, pero bueno que lo sea Cataluña? ¿Será oportuno considerar a la escasa cantidad de gente que participó en la consulta como los representantes legales de todos los ciudadanos de Cataluña, en una consulta , para más inri, no vinculante?

Es más, ¿qué querrá decir el emérito presidente parlamentario, cuando dice: “Incluso pretende negarnos lo que somos”. Porque uno que, como ya he dicho arriba, es lo que es, ante la imposibilidad de ser otro u otros, se sigue preguntando: ¿”Lo que somos”, así en plural?... ¿es que, verbigracia, si uno en Cataluña es idiota, o la estulticia le cubre de arriba a abajo, eso repercute en todos los demás residentes en esa zona y los iguala en gilipollez, tontuna o “tunantía” (de tunante: de quien tunea, para aclarar conceptos)?

Vamos, que va a ser que los nacionalistas nos dicen que creen en la igualdad de esencias de los individuos que coexisten en un territorio, pero no en la igualdad de sus derechos.

¡Y hay quien se lo traga!

En fin, que ese parlamento, el catalán, está para que alguien le lance bolas de fuego a mansalva, permitiendo que la excepción se largue cabizbaja, pero con la esperanza de encontrar un mejor lugar donde poder seguir desarrollando su buen hacer. (Lo digo con sinceridad, como escrito en el interior de una cebolla tranparente).

Juan Alonso

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